Día Veinticuatro, Miércoles 4 de agosto del 2010
Hoy me levanté a las 6:45 am. y me dispuse a hacer los ejercicios tibetanos de la Longevidad (o eterna juventud), y a hacer el ejercicio del Curso de Milagros. Cada vez me siento más libre, y en algunas ocasiones, con alguna resistencia ante las ideas que ahí se manejan. Pero para serles sincero, la resistencia es solo mental, y si nosotros nos forzamos a traspasarlas, poco a poco todo se ve más claro.
Hoy decidí que en cuanto tuviera tiempo, hablaría con la conciencia, una meditación muy interesante para poder hablar con el ser superior de otras personas, en armonía, bajo la gracia divina y sin alterar o molestar a los demás, pero con resultados tan maravillosos, que les recomiendo que lo utilicen.
Hablar con la conciencia no es difícil, es una meditación que al principio parece complicada, pero que en realidad es muy sencilla. Antes de explicarla, tengo que mencionar algo importante.
Meditar, en muchas religiones y en muchas disciplinas, la mencionan como un acto demasiado elaborado, sublime, lleno de reglas de cómo está bien o como está mal. La verdad es que meditar es simplemente estar el tiempo suficiente con una sola idea. Desgraciadamente ahora meditamos mucho sobre cosas negativas. Cuentas, inseguridad, peligro, enfermedades y un largo etcétera. Pero meditar es simplemente mantener tu mente en algo, y si es positivo, mejor.
Muchas de las meditaciones que he aprendido a lo largo de mi vida, en diferentes disciplinas, pueden ser enfocadas a crear un cambio o algo específico. Y a mi en lo personal me gustan con un sentido. Incluso las meditaciones que son solo para enfocarte me encantan, porque literalmente, te hacen más inteligente.
Para hablar con la conciencia, es necesario sentarnos en una posición cómoda (yo la he hecho de pie y acostado, lo primero lo recomiendo, lo segundo, no mucho), y cerrar nuestros ojos.
Para callar a la mente, que siempre anda divagando es necesario, una vez que equilibramos la respiración (es decir, respirar como nos sea natural), decir tres veces, con voz audible y firme: “aquiétate y sabe que Yo Soy Dios.” Aquí no están siendo mentirosos o sacrílegos, simplemente le están diciendo a la mente que somos hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza y que tenemos el poder de acallarla o tranquilizarla por un momento.
Después nos enfocamos en nuestro corazón, visualizamos como late alegremente, y como del centro de nuestro corazón salen rayos violetas hacia todas direcciones, hacia delante, para atrás, a la derecha, a la izquierda, hacia arriba y hacia abajo. Que no nos mortifique si el techo, que si el piso o las paredes, los vemos esos rayos extenderse hasta donde alcance nuestra imaginación. En diagonal, por todos lados, que salgan hacia donde deseen. Visualizamos esto unos segundos y de nuevo nos enfocamos en nuestro corazón, donde volvemos a ver esto dos veces más.
La meditación de la estrella violeta, además de limpiarnos para la visualización que viene, sirve para elevar la vibración y quitarnos energías que no necesitemos, negativas o pesadas.
Después de visualizar esto tres veces, vemos frente a nosotros un triangulo, por el cual pasamos hacia un tubo de luz, por el cual nos elevamos lentamente hasta la Fuente, Dios, la Conciencia Divina. Una vez ahí, le pedimos a la conciencia de la persona con la que queramos hablar, que se presente. Puede ser alguien con quien tuviste un problema, a quien no ves en mucho tiempo, alguien a quien amas, a quien necesitas pedir perdón, o tu propia conciencia.
Una vez frente a ti, le dices lo que tienes que decirle, de la manera que quieras, recuerda, estás ante a presencia de Dios, nada puede ser malinterpretado, ni tomado a mal, incluso las malas palabras… Una vez que te desahogaste, que le pediste lo que tenías que pedirle, que hablaste, te disculpaste, insultaste o lo que necesitaras, invitas a la conciencia de esa persona a entrar a la fuente, a la luz, a Dios, y tu haces lo mismo.
Te haces uno con la luz por unos momentos, y cuando lo creas conveniente, sales renovado, fresco, con energía, y bajas por el tubo de luz lentamente, hasta llegar al triangulo, el cual cruzas, para entrar a tu cuerpo.
Lentamente vas asimilando las sensaciones, y cuando lo creas oportuno abres los ojos.
Esa es la meditación, espero que les sirva, pronto la subiré guiada a Youtube. Por lo pronto les deseo una buena noche, que tengan buenos y proféticos sueños, y que siempre haya luz en su vida. NAMASTE!!!
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